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"Miedo de ser escarcha (edición actualizada)": nuevo libro de David Eloy Rodríguez




SINOPSIS:

David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976) nos presenta una edición actualizada, revisada y con contenidos adicionales de Miedo de ser escarcha, un poemario publicado por primera vez en el año 2000 y premio internacional Surcos de poesía.

Miedo de ser escarcha es un viaje intenso, parecido a la vida. A lo largo del viaje se piensan y se sienten este mundo y estos tiempos. El lenguaje, los poderes, las resistencias, el misterio, el amor... son algunos de los asuntos que nos convocan e interrogan, que laten en estas páginas. El horror y el milagro. La demolición y el canto. El miedo a la muerte y la pasión por vivir. 
 
Miedo de ser escarcha incluye en esta edición poemas nuevos, algunas modificaciones y una nota del autor a la edición. La viñeta de portada es del artista Patricio Hidalgo.



RESEÑA BIOBIBLIOGRÁFICA:

David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976) es autor de los libros de poesía Chrauf (1996), Miedo de ser escarcha (2000, premio internacional Surcos), Asombros (2006, con imágenes de Miki Leal), Los huidos (2008), Para nombrar una ciudad (2010, premio internacional Francisco Villaespesa) y Lo que iba diciendo (2012), así como del libro para niñas y niños Este loco mundo. 17 cuentos (2010, escrito con José María Gómez Valero y Miguel Ángel García Argüez e ilustrado por Amelia Celaya).

También participa en diversas propuestas escénicas vinculadas a la palabra poética (por ejemplo en “Su mal espanta”) y sus poemas han sido recogidos en distintas antologías, cantados por diversos artistas y traducidos a varios idiomas. Es uno de los responsables de la editorial de poesía Libros de la Herida y forma parte del laboratorio colectivo de acción y creación La Palabra Itinerante.



NOTA DEL AUTOR A ESTA EDICIÓN:

Miedo de ser escarcha fue mi segundo libro publicado. Era el año 2000 y yo tenía veinticuatro años. Cuatro antes había aparecido Chrauf en las ediciones de la Universidad de Sevilla por un premio literario, y este nuevo trabajo era el fruto del tiempo transcurrido desde entonces: vivencias y reflexiones, indagaciones y hallazgos, compañías esenciales, la deriva de ser.

Sin prisa se había ido conformando un poemario parecido a una novela o un viaje, a una travesía intensa —al menos para el que escribía—, que daba cuenta de lo que vivíamos (en nuestra aventura, en la aventura de nuestro tiempo, en la aventura del tiempo) y de lo que sentíamos era importante decir.

Quería contarlo todo: los latidos, su fluir, los conflictos cruciales, la estructura y la acción, los convencimientos, los aprendizajes, las dudas. El milagro y el horror. El canto y la demolición.

Literariamente me había puesto a la escucha de una cierta voz poética interior que me convocaba con insistencia, una voz que percibía con una vibración y textura concretas, con una energía que traía su propia precisión y presencia, su duración.

Primero era la aparición y luego la elaboración, la aplicación de la artesanía. Intentaba en el proceso guardar, cuidar, la tensión inicial, no domesticarla. Y del poema a la trama: los textos parecían buscarse, magnetizarse entre sí, indicar un trayecto. El libro no partió, pues, de un esquema previo o plan. Se iba trenzando, poco a poco, un hilo narrativo, un sentido.

En numerosos recitales pude ir probando y puliendo la eficacia comunicativa, el alcance también a través de la oralidad. Deseaba, como aún hoy, un decir que fuera, al mismo tiempo, un hacer.

Miedo de ser escarcha recibió el premio internacional Surcos y, por ello, se publicó en la editorial sevillana Qüasyeditorial, ya desaparecida, que intentaba construir un catálogo perdurable y con una especial atención a la poesía. Todo esto me trajo innumerables alegrías y me posibilitó numerosos encuentros poéticos y experiencias inolvidables.

La edición se agotó pronto, debido al generoso entusiasmo —motivo de orgullo y de responsabilidad para quien escribe— de quienes lograban hacerse con un ejemplar. Gentes diversas continuaron dándole valor de uso al libro convirtiéndolo en canciones, pintadas, ilustraciones, audiovisuales, incluyéndolo en obras escénicas y artísticas, reproduciendo los poemas en fanzines, revistas, antologías, vertiéndolos a otras lenguas… y después, con la extensión de la Red, aportando vuelo a los textos, y al libro íntegro, en páginas aquí y allá. Mi agradecimiento es enorme para cada una de las lectoras y lectores que hizo Miedo de ser escarcha suyo, para cada artista que decidió dialogar con él o darle nuevas formas.

Las palabras tendiendo puentes, acompañando, ayudando… Para esto se escribe. El agua propicia para la sed. Es emocionante poder vivir eso. Como señalaba Leonard Cohen: “La poesía no es una vocación: es un veredicto”.

En la contraportada de aquella primera edición podía leerse que el libro “quiere ser un testimonio, desde el dolor común, desde la herida en resistencia, contra los simulacros, las mentiras y los poderes que las sostienen”, y también “un homenaje a los que se empeñan en celebrar la vida a pesar del persistente, tenaz, acoso de la muerte: nosotros, todos nosotros, los viajeros —extraños viajeros— que se buscan ansiosamente en este tiempo de perros”.

Luego vinieron otros libros, otras voces. Nunca me he sentido lejos de aquellos versos, de aquellos poemas.

Doce años después de su edición, y gracias a la propuesta de la Editora Regional de Extremadura, se ofrece ahora aquí un Miedo de ser escarcha actualizado, revisado y con contenidos adicionales. La obra sigue viva y sigue creciendo.

Es una satisfacción y un honor para mí, además, que esta nueva publicación suceda en un lugar que me vincula con mis orígenes. Numerosos lazos personales y familiares me unen con esa tierra que tanto respeto y amo y a la que estoy agradecido.

Me he sentido con libertad plena para reelaborar el libro: para continuar, desde dentro, afinándolo y afilándolo, para abismarme de nuevo en su ponerse en juego. He revivido, rehabitado, el poemario. Ha sido otro viaje, otra aventura.

Algunos poemas permanecen tal y como estaban en el original, otros han sufrido modificaciones sustanciales, otros no llegaron hasta aquí, y nuevos poemas, en la misma voz (similares vibraciones, texturas y energías, parecidas conversaciones y pactos con el lenguaje, idénticas ocupaciones en lo que se considera decisivo), se sumaron en el mismo camino —misterioso, inacabable, a tientas pero cierto— del decir. Este es el mismo libro. Este es un nuevo libro.

Miedo de ser escarcha está hecho de las compañías y los amores de todos estos años. No es solo que les esté dedicado, ahora como entonces, es que entre sus páginas respira el tiempo compartido, sigue respirando.

Aquí estamos. Aquí seguimos contándolo.

Estos versos queriendo saber parecerse a la vida viva —a su relámpago—, queriendo merecérsela.   

David Eloy Rodríguez
                                                                                                                         Sevilla, febrero de 2012




TRES POEMAS DE "MIEDO DE SER ESCARCHA", edición actualizada
(Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2012):



HACERES

Esta es nuestra materia:
palabras como espacios condenados
que debemos resucitar.

Nuestras manos no alcanzan a salvarse.
Nuestros signos son pobres.
Caminamos entre las ruinas.

Somos tramperos en un yermo,
perseguidores incansables
de formas secretas, de sombras.

Fabricamos cuchillos afilados,
sin embargo tan romos,
y deseamos sobre todas las cosas un cobijo
para la sed de encuentro y comprensión.

Lanzamos guijarros domésticos.
Apuntamos al centro de lo imposible.

Poesía: canto del mundo
que todavía duele.


Poesía: amor agónico
a lo que huye.



***



DURACIÓN

El poema es la erección del ahorcado.
Demasiado tarde y para nadie. Pero ahí.



***



EL LABORATORIO DE LA DOCILIDAD

Dices: belleza, belleza en tiempos tan oscuros, belleza hasta quedarnos sin aliento. Dices: fulgor, fulgor hasta quedarnos deslumbrados.

Y los patrones te surten de despojos, te despachan abalorios y patrañas, fingimientos, carroña que devoras con urgencia.

No huele a vida, huele a trampa, y en las palabras hay un rastro.

Pasamos el día al calor de las máquinas en el tiempo de los negocios.

Sin una sombra para descansar de esta luz fulminante.




Y más aquí.